miércoles, 1 de enero de 2014

Navidades en Viena y Bratislava

Como los buenos propósitos hay que tratar de cumplirlos desde el primer día, hoy 1 de enero os traigo la review de mi viaje a Viena del 26 al 30 de diciembre.
Aunque Viena apetece conocerla en cualquier época del año, se nos había antojado verla nevada y engalanada con los adornos y luces navideñas, pero para nuestra desgracia, no vimos caer un copo de nieve, aunque pudimos disfrutar de una agradable temperatura para las fechas y de su atmósfera festiva.





El hotel que elegimos tenía muy buenas críticas, y siendo una ciudad tan limpia como Viena, un hotel de 4 estrellas tiene perfectamente la misma consideración que en España. El hotel Mercure Grand Biedermaier se encuentra a tan sólo dos paradas de Stephansplatz y tiene muy buena conexión tanto por autobús como por metro. Se encuentra a 2 minutos de la estación de metro de Landstrasse Haupstrasse, donde además hay un centro comercial y la única estación de tren CAT, que ofrece línea directa sin paradas con el aeropuerto, por lo que en 20 minutos puedes estar ya en la habitación.

Lo primero que se debe hacer al llegar a Viena es comprar la Vienna Card (19.90 € para 72 horas) en el aeropuerto para beneficiarse de los descuentos en transporte y atractivos de la ciudad, y lo segundo es ir al hotel a dejar las cosas para poder darnos una vuelta. Como el viaje se hizo algo pesado y a las 12 ya teníamos hambre, decidimos ir a Stephansplazt, que seguramente sea la zona de Viena con más vida, para poder tomar algo o comer, y ya de paso ver las tiendas, y cómo no, la Iglesia de San Esteban.
Al día siguiente ya teníamos más jaleo, de ahí que el día anterior nos lo tomáramos con más calma y nos fuéramos pronto a descansar.
Una de las mejores opciones para pasar las mañanas y disfrutar de la luz es visitar alguno de los palacios vieneses. Como podríamos pasarnos días y semanas conociéndolos todos, hemos elegido dos por su importante valor: el Palacio Belvedere y el Palacio Schönbrunn.
Lo aconsejable es ver un palacio cada día pues puede llegar a saturar, y ya de paso visitar otros monumentos que se encuentren cerca, para aprovechar la visita lo máximo posible.
El día antes de marcharnos fuimos a Bratislava, que está a tan sólo una hora en tren. Lo mejor si queréis conocer otras ciudades es que lo dejéis para los últimos días, por si os quedáis sin tiempo de ver Viena en condiciones no sacrificarlo por Bratislava que se ve en medio día y tampoco tiene gran cosa.


El viernes 27 planeamos nuestra visita para el Belvedere, el cual alberga un famoso museo por sus obras de Klimt, como "El Beso", Egon Schiele, Monet, o Van Gogh entre muchos otros.
Con la Vienna Card o tarjeta de estudiante la entrada sale a 11.30€. Para llegar hay que tomar el metro hasta Museumsquartier o Karlsplatz (línea U2) y subirse en el tranvía D, bajándonos en   Schloß Belvedere. Si os gusta la pintura es una visita más que recomendable, pero si por el contrario vais por el hecho de conocer el palacio, es mejor que visitéis a Schönbrunn.

A eso de las 13:00 salimos del museo con dirección al Cementerio Zentralfriedhof, donde están enterradas muchas de las grandes figuras de la música clásica, tales como Mozart, Beethoven, Brahms, Strauss (músico), Strauss (director)…
Para llegar allí hay que tomar el metro y después el tren S7 de la compañía OBB hasta Zentralfriedhof. En nuestro caso compramos el viaje desde Madrid con la ida a las 14:11 y la vuelta a las 16:31. Para mi gusto es la mejor hora por la luz, ya que se consiguen unas fotografías muy bonitas, y a eso de las 16:15 ya es de noche.


El sábado 28 comenzamos con la visita a Schönbrunn, no tiene pérdida pues la estación tiene el mismo nombre (línea U4). El precio de la entrada al Grand Tour, que incluye todas las estancias del palacio, fue de 13.50 con la Vienna Card o carnet de estudiante. Este lugar es impresionante por su arquitectura, sus parques, jardines y fuentes que invitan a hacer deporte y a subir al café de la Gloriette, que hace sus veces de mirador, para disfrutar de las vistas y de un desayuno típico en un palacete, acompañado de un pianista tocando.


En mi opinión este ha sido uno de los lugares que más ha merecido la pena descubrir, si tienes la ocasión de ir no la dejes pasar, y si quieres disfrutar de unas increíbles vistas sin ser molestado por los turistas, subir hasta el café es la mejor opción, pero prepara el bolsillo, un par de tés y una porción de tarta cuestan 14 euros aproximadamente.

Ya, mucho más relajados nos dirigimos al Naschmarkt, en la parada Kettenbrückengasse o Karlsplatz de la línea U4. Aquí podemos encontrarnos fruta fresca, todo tipo de especias y restaurantes pintorescos con vistas al mercado. Es muy apetecible probar los bollos de semilla de amapola (mohnkuchen) y los punsch o el glüwein (vino caliente). En nuestro caso aprovechamos para comer en uno de los restaurantes más cercanos a Kettenbrückengasse, que servían la deliciosa Kartoffelsalat, unas típicas salchichas y un plato con hummus, Tzaziki, queso feta, etcétera. PD: lo típico cuando comes fuera en Viena es dejar propina de 2 o 3 euros. PD2: Tenéis que tener en cuenta que en Austria lo normal es comer sobre la 1, así que si vais más tarde de las tres seguramente os los encontréis cerrados, a menos que sea un Mcdonalds o algo por el estilo. Esto es aún peor cuando quieres cenar, que a las 9 ya no hay nada abierto y tampoco hay “chinos” o supermercados para comprar algo de picar.

Cansados de ir con prisas nos dirigimos a la Österreichische Nationalbibliothek para ver el Prunksaal, la zona antigua de la biblioteca, decorado con suntuosos frescos y estatuas de mármol, y que contiene además una colección de fotos antiguas, así como papiros, manuscritos y globos terráqueos. Esta visita era la que más ilusión me hacía ya que parece la mismísima biblioteca de la Bella y la Bestia y siempre me ha gustado conocer bibliotecas antiguas. Merece muchísimo la pena además de que es bastante económico: 7 €. Se encuentra situada en la parada de Herrengasse de la línea U3.

No muy lejos está la Iglesia Votiva y el Rathaus. Si quieres ir a la Iglesia Votiva, asegúrate de ir antes de las 18:00 y de que no sea lunes, pues estará cerrada, pero por fuera se encuentra en obras, así que sólo podrás encontrarte una malla de publicidad en la fachada, por lo que no tiene mucho interés. Su estación de metro es Schotenttor en la línea U2.


El domingo 29 lo empleamos en ir a Bratislava, ciudad sobre la que había leído muy poco y que por las fotos que había visto me tenía bastante ganada, aunque luego ello distaba mucho de la realidad y resultó ser una ciudad bastante poco turística, pero llamativa ya que viniendo de Viena supuso un gran cambio.

Los trenes a Bratislava salen de la estación de Simmering (línea U3) con la compañía OBB y cuestan ida y vuelta 15 euros por persona. Para aprovechar bien el día cogimos el tren a las 9:27 que llegaría una hora después a la estación de  Hlavna Stanica. De allí la forma más cómoda para llegar al centro es en  el tranvia número 13.

Algunos de los monumentos a visitar son: el Castillo de Bratislava, la Puerta de San Miguel, la Calle Michalska, la Plaza de Hlavne Namestie y Stare Mesto, el Ayuntamiento y el Palacio del Primado.
A las 13: 45, después de haber recorrido tranquilamente todo el centro de la ciudad, fuimos a comer en Prasna Basta, en la calle Zamonicka 11, un restaurante bastante típico, al lado de la calle Michalska y con unos platos muy interesantes. La cerveza de la zona es bastante buena, aprovechad para probarla.
Como ya no teníamos mucho más que ver en Bratislava y nos faltaba tiempo para hacer cosas en Viena, a las 15:27 nos cogimos el tren de nuevo en Hlavna Stanica.

En mi opinión la excursión a Bratislava fue diferente e interesante pero puede resultar una ciudad fea por lo poco cuidados que aparecen los edificios en cuanto sales de las cuatro calles principales. 
Llama la atención como se pasa de una ciudad lujosa y blanca a otra alicaida y de estética muy comunista. Esto se observa muy bien desde el castillo, con sus vistas a Petrzalca y su mar sin fin de bloques de casas multicolor.
Tampoco hay mucha vida en las calles a parte de los turistas sólo vimos a gente pidiendo, y bueno el día fue gris, desmereciendo más la visita. Si tenéis pensado ver bastantes cosas todavía en Viena, os recomiendo que prescindáis de Bratislava.


El día 30 nos quedaban algunas cosas pendientes y puesto que volábamos a las 19:30, aprovechamos la mañana y la tarde hasta el final.
La casa Hundertwasser Haus está situada en la calle Kegelgasse 34/38, para llegar hay que tomar el tranvía número 1 en Rathausplatz, Burgtheather y bajarse en Herzgasse. Este lugar se me antojó ya que es un famosísimo edificio modernista, que nos recuerda un poco a Klimt y Gaudí, pero que entre los turistas y las cien tiendas de souvenirs pierde mucho encanto, además no está tan cuidada como quisiéramos verla. El resultado es que nos podíamos haber ahorrado el viaje para hacer tres fotos. Tras 10 minutos allí nos volvimos a Rathaus y nos tomamos nuestro último punsch en Viena en la plaza, que estaba rodeada de los típicos puestos de vino caliente para celebrar allí la nochevieja.


Como la excursión que nos faltaba era la ópera, y quedaba cerca Naschmarkt, fuimos a comer de nuevo allí, aunque a un restaurante diferente y con el estómago lleno entramos en la Staatoper de Viena, cerca de Karlsplatz, donde asistimos a una visita guiada por su interior, viendo las diferentes estancias, como el escenario y la sala de butacas. Para mi gusto, yo que no soporto las multitudes, estaba bastante saturado y se hacía agobiante, además de que era difícil seguir las explicaciones con tantos grupos juntos. Aunque es curioso, si no tenéis un especial interés, podéis obviar la visita. Dura 40 minutos y cuesta 3.5 € con el carnet de estudiantes.

He intentado resumir la entrada para no hacerla demasiado extensa, pero con tantas cosas por ver en Viena es imposible. Esta es una de esas ciudades que no piensas visitar por ignorancia o porque nunca te ha llamado lo suficiente la atención, pero me ha sorprendido muy gratamente conocer un lugar con tanta cultura y tan limpio. Me ha servido para repasar alemán y ver la Navidad con más ilusión.


¡Que paséis felices fiestas, hasta otra! Chao chao